Archivo de febrero 19th, 2012

PBA. Golpiza a trabajadores. Cobacho. La secretaria de DD.HH. con los días contados ?

febrero 19, 2012

Últimas imágenes del naufragio en la Secretaría de DD.HH.

19–02–2012 / Luego de la golpiza contra los trabajadores y el posterior paro y movilización, se anuncian cambios en la Secretaría provincial. Hay agresores identificados: uno de ellos tiene un cargo en el sindicato de patovicas.


Por Laureano Barrera

CobachoSara Derotier de Cobacho.
Los empleados de la secretaria
piden que renuncie. (TELAM)

El último acto parece haber sido demasiado, incluso para el paraguas protector que sobre la secretaria de Derechos Humanos Sara Derotier de Cobacho venía desplegando, en cada aguacero, el ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Blas Casal.

Miradas al Sur lo adelantó en su edición anterior: el viernes al mediodía6 osos modelados entre fierros y esteroides irrumpieron en una reunión en la que 6 trabajadores3 de ellos delegados de ATE– y el director de Promoción y Protección, Manuel Oteriño, y –excepto al funcionario– les dieron una biaba.

Pablo Rivelli, un hijo de desaparecidos, debió ser hospitalizado.

Sara declaró en la prensa:

“Hay un solo golpeado y ya hablé con el chico”.

La ira corrió dentro del organismo, y también por fuera: la mañana del lunes, una cuadra de manifestantesuniversitarios, trabajadores, activistas de izquierdamarcharon desde el lugar del ataque al edificio principal pidiendo la renuncia de los funcionarios.

La Cámpora y el Movimiento Evita no asistieron orgánicamente. Derotier se asomó un instante, con el pañuelo blanco en la cabeza, y a dos miembros de Hijos que exigían su presencia les respondió con el dedo en ‘fuck you’.

Mientras, una comisión de delegados y trabajadores agredidos se reunió con el vicegobernador Gabriel Mariotto, que les pidió 48 horas para intervenir en el conflicto.

El martes y miércoles, en asambleas casi plenas –con la visita de Nora Cortiñasdecretaron el paro indefinido hasta que las autoridades den un paso al costado.

El jueves montaron en la puerta una mesa de debate en la que varios abogados –Pablo Llonto, Pablo Pimentel, Guadalupe Godoy, entre otros– ejemplificaron cómo se la había vaciado.

El viernes, sobre la vereda de la dependencia, se leyeron decenas de adhesiones: Hijos La Plata, la Asociación Anahí, Justicia Ya!, diputados de Nuevo Encuentro, Abuelas de Plaza de Mayo, el MAS, PTS, PO, y las dos CTA, entre muchas otras, evidencian un hartazgo variopinto.

Mientras, el ministro de Trabajo, Oscar Cuartango, se comprometía a concretar el demorado pase a planta permanente, a no descontar los paros del conflicto y a poner veedores para evitar un nuevo abuso de la jefatura. El miércoles, los trabajadores harán su contraoferta.

La doble presión, en el Palacio y en las calles, colocó a Derotier y su trouppe sobre una tela de araña: el jueves y el viernes, Diagonales y La Nación prenunciaban su reemplazo por el senador provincial Guido Carlotto, quien reconoció al diario de los Mitre la oferta del jefe de Gabinete Alberto Pérez.

Una alta fuente gubernamental, involucrada en el conflicto, se lo corroboró a este diario.

El rumor corrió entre los empleados, aunque ya no se fían: sobrevuela el fantasma del blef de diciembre pasado, cuando se dijo que asumiría Edy Binstock, hasta que la bendición del superministro logró salvarla.

Esta vez, sin su máxima garantía, Sara Derotier sólo consiguió solidaridad de 11 intendentes municipales.

Una gestión simbiótica

Sara Derotier de Cobacho fue siempre uno de los alfiles preferidos del ex alcaide mayor Ricardo Casal.

Llegó como subsecretaria en la creación de la dependencia, en el año 2002, después de un pasado de masacres familiares durante la dictadura. En 2007, con la llegada de Scioli –y Casal– quedó como secretaria.

Pronto quedaría en evidencia el influjo que asumía el ministro sobre la gestión.

En febrero de 2008, la Dirección de Protección denunció penalmente que Alfredo Franchiotti, condenado por el asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, salía los domingos de la cárcel a comer asados.

Los responsables fueron separados. Una semana después, la directora que había impulsado la denuncia, Carolina Brandana, fue despedida.

“A partir de entonces, empezó la política de avisar a las cárceles que nosotros íbamos a ir”, contó el abogado Aníbal Natiuk en la charla pública del jueves.

Sucedió dos veces: los funcionarios avisaban, además, que la visita era para recabar una denuncia, poniendo en peligro al denunciante preso.

Los abogados del área plantearon el despropósito:

“La potestad de avisar o no es una reserva que nos hacemos. Vamos a seguir avisando”.

Desde entonces, las visitas de los abogados a las cárceles se restringieron muchísimo: se ha llegado a negar –por memo– la visita a una cárcel por razones de distancia.

Ese debut de Ricardo Casal fue profundizado con otras medidas: disolvió el Comité de Control de las fuerzas de seguridad creado por un decreto Felipé Solá después del aluvión Blumberg.

La integraban el Ministerio de Seguridad, el de Justicia, y la presidía la Secretaría de Derechos Humanos.

“Cuando unifican los ministerios, Casal le comunica a Cobacho que no era necesario, a pesar de la cantidad enorme de casos que habíamos traído”, recordó Pablo Pimentel, coordinador de la Apdh La Matanza que participaba ad honórem.

Este jueves, acaso previendo la retirada, la secretaria de Derechos Humanos de Daniel Scioli le dijo al portal Política argentina que en la actualidad “la policía te trata con respeto”, que en las cárceles bonaerenses “hay muchísimos menos delitos (…) menos tortura y también se dice que hay un trato mejor con los nuevos funcionarios”.

En los antípodas de los informes anuales del Comité Contra la Tortura y las advertencias severas de organismos internacionales, afirmó que las peleas entre presos “no aumentaron”,no hay tanto hacinamiento como antes”, y que las cárceles nuevas “todavía no están colapsadas”.

El resto del iceberg

“¿A ver dónde están los zurditos?”, decían los matones mientras advertían que “con el de abajo no se jode” y se desplegaban por el despacho.

Cuatro se turnaban para la golpiza, mientras dos impedían en la puerta que nadie saliera ni entrara.

Juan Ignacio Gianibelli, uno de los golpeados por los patovicas “con la mano abierta”, le cuenta a Miradas al Sur que todavía se despierta por las noches.

“Me acuerdo el cabezazo que le da al compañero que primero se para, y el ruido a huesos cuando le pegaba en la cara”.

Ignacio Manazza, el guardia de seguridad, había entrado a trabajar 15 días antes por un acuerdo entre los funcionarios y el sindicato de patovicas, Sutcapra.

“Alguien tan nuevo no tiene el manejo de la situación que tiene este pibe. Es obvio que la orden vino de arriba”, especula el abogado de la CTA, Marcelo Ponce Núñez.

Después de la golpiza, cuando los empleados lo increparon, Manazza dijo que les franqueó el paso porque lo habían amenazado.

También se despegó en su declaración ante el fiscal. Pero un empleado de limpieza le dijo al fiscal que uno de los agresores mantuvo un diálogo amistoso con Manazza, que le entregó las llaves del auto estacionado en doble fila con el que escaparon.

Un trabajador, que no declaró en la Justicia, quiso entrar cuando estaban arriba, y Manazza no se lo permitió.

Debería ser indagado como partícipe necesario”, dice Ponce Núñez.

El sindicato se apresuró en despegarse en un comunicado. Sin embargo, dos patovicas estarían identificados y denunciados en la causa. Miradas al Sur tiene el nombre de uno de ellos, que no publicará aún para no entorpecer los próximos días de pesquisa. Tiene un cargo alto en el Sutcapra.


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Ministerio de Seguridad de la Nación. Retiros y ascensos

febrero 19, 2012

Retiros de seguridad

Ngarre19–02–2012 / El Ministerio de Seguridad de la Nación pasó a retiro a 27 comisarios de la Policía Federal, 19 comandantes de la Gendarmería y a 6 prefectos, y resolvió varios ascensos, en el marco del proceso de selección de personal superior de esas fuerzas.

En la Policía Federal no hubo relevos en el máximo escalafón de comisario general, pero en el siguiente se pasó a retiro a 3 comisarios mayores10 comandantes mayores de la Gendarmería4 prefectos.

En la Federal pasaron a retiro 24 comisarios inspectores.

En forma simultánea, 12 comisarios inspectores ascendieron a comisarios mayores, incluyendo a la primera mujer que llegó a esa jerarquía, y 34 comisarios a comisarios inspectores. Para “consolidar un proceso de renovación generacional en la fuerza”.


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Paredes que hablan. Artstreet. Murales y graffiti embellecen y atraen turismo

febrero 19, 2012

MURALES Y GRAFFITI YA SE CONSIDERAN OBJETOS DE ARTE Y ATRACCIONES TURISTICAS
Arte en la calle

 Por Soledad Vallejos

Artstreet2
Un grupo de extranjeros observa las paredes pintadas en Crámer y Matienzo, en Colegiales. – Imagen: Sandra Cartasso.

19–02–2012 / Tan integrados al paisaje urbano están que pueden pasar inadvertidos como lo hacen en una parada de colectivos, un puesto de diarios, un kiosco, un aviso de vía pública.

Y, sin embargo, tienen el don de lo imprevisible, porque así como ayer no estuvieron y hoy sí, tal vez mañana sean otra cosa. También es posible que directamente ya ni existan.

Podría pensarse que la vida del graffiti, el mural, el tag, el texto bomb es efímera por definición, pero cuando se llaman street art el camino zigzaguea y puede llevar derechito a una galería de arte.

En Argentina, algunas piezas de street art (que no es lo mismo que “arte callejero”) con firmas locales pueden cotizarse desde menos de 100 dólares, si se trata de piezas seriadas en pequeñas cantidades o pequeños objetos, hasta más de 1000 las copias únicas de obra ya exhibida en alguna pared.

La deriva del mercado puede encarnar en formas misteriosas: el diseño de la imagen corporativa de un producto bancario, las paredes de determinado local de una marca internacional super cool, la comunicación callejera de una película por estrenarse.

Lejos de aquietarse, la escena crece y desborda: un marco legal que alienta la actividad en paredes y fachadas, un circuito de galerías y compradores, un mundo en ebullición que busca encontrarse, organizar intercambios, no contenerse.

Además, convoca turismo, del que sólo mira y también del que viene a pintar. Sólo se trata de buscar y sumar belleza.

El mapa en el territorio

Las manchitas cubren zonas: en algunos casos son tan numerosas que, a su vez, conforman una suerte de colectivo de manchitas.

Letras y leyendas ubicadas sobre una plataforma de GoogleMap cuentan que la Ciudad de Buenos Aires es un territorio cubierto por graffiti, murales, stencils, posters, stickers.

Anónimos y firmados (por famosos o no), si hay foto y la pieza supera la curaduría que busca mantener nivel parejo de calidad y trabajo artístico, encuentran un lugar en www.streetartmap.com.ar, el mapa (por ahora) porteño que lleva adelante CollageLab, un estudio de diseño especializado en aportar talento de graffiteros y muralistas a grandes empresas.

Como sucede con cualquier disciplina que se precie, lo primero en el mundo del street art es marcar la cancha: reconocer que existen regularidades, especialidades, requisitos mínimos.

Por ejemplo: la autoría de alguien reconocido, o que se note “si hay buena técnica, cómo se trabajó el fondeo, con qué pintura se hizo”, o “si chorrea o está bien terminado”.

Esas cosas, aclara Ana María Fonseca, una de las curadoras del mapa en cuestión, son las que se miran en las cien fotos que, en promedio, llegan cada semana para determinar si se trata de “una verdadera obra de arte”.

A veces, las mandan los propios autores de la obra; otras, alguien que pasó y pensó que la imagen merecía sumarse a ese catálogo abierto y tan mutante como la calle. El mapa guarda memoria de más de dos mil piezas callejeras.

El registro de lo efímero, que necesariamente es permanente, que necesariamente nunca termina, empezó hace unos meses, porque sus responsables trabajan con grandes empresas aportando talentos del mundo del street art.

Sirviéndose de esa alianza ambientan las tiendas de una marca de zapatillas (“hace poco hicimos la casa de la firma en Punta del Este”), y la imagen de marca de una tarjeta de crédito “para mujeres” (el logo remeda un corazón hecho con aerosoles) de un banco norteamericano, la imagen de un festival organizado por una empresa telefónica, por mentar algunas recientes.

El estudio nace vinculado con el street art. De hecho, hacemos nuestros trabajos con tres graffiteros muy reconocidos en Buenos Aires.”

– ¿Quiénes?

No se puede decir. Ellos prefieren no hacerlo.

– ¿Por qué las empresas recurren a esta estética?

Creo que es porque están apuntando a gente más joven. Es también como otra forma de mostrar cosas.

La gente está cansada de ver los mismos carteles, la misma estética siempre. Piden otras cosas. Las empresas buscan tanto esta estética que un banco brasileño tiene, en el centro de Buenos Aires, una sucursal ambientada sólo por muralistas. Pasa a nivel global.

Turismo de paredes

Son 5, 10, 20 detenidos en una vereda de barrio. Escrutan una pared multicolor como si fuera el último minuto de sus vidas, lo último para ver en todo el mundo. Pero pasean tranquilamente por Colegiales una tarde de verano.

En inglés, la británica Marina Charles les cuenta que hace 3 años pisó Buenos Aires por primera vez y vio “tantas imágenes, tantas paredes vivas. Y no podía creer que hubiera tantas historias que no habían sido contadas”.

Por eso está hoy acá, junto con la argentina Cecilia Quiles, porque con el correr del tiempo ellas y otro argentino y otros tres extranjeros, todos vinculados con artes, periodismo, publicidad, decidieron conformar un colectivo dedicado a valorar al street art y sus autores.

Así nació Graffiti Mundo (www.graffitimundo.com), que tanto organiza tours para turistas extranjeros como propone despertar la mirada turística de quienes transitan por las calles todos los días sin ver.

Porque hay tanto, cosas tan increíbles”, dice Cecilia, y el entusiasmo la desborda como cuando lleva grupos de extranjeros “de todas las edades, hombres y mujeres, de todos lados” a recorrer rincones de Villa Crespo que sólo los vecinos o los porteños de paso suelen conocer.

Marina y Cecilia se turnan para señalar detalles, dar los nombres de los artistas, explicar las singularidades de algunas obras, recordar que ellas pueden hacer contacto con los artistas si alguien quiere comprar una obra.

– Muy colorido –dice un señor de bermudas y gesto adusto sin bajar la cámara de fotos ni un segundo.

– Ah, sí, yo conozco ese pañuelo: es de las Madres, ¿no? –responde otra señora en el Colegiales profundo, cuando sus ciceronas preguntan si cierto homenaje gráfico sobre un muro les recuerda algo.

Más allá, un norteamericano que atesora como trofeos las fotos de paredes pintadas que descubrió en San Telmo, no puede dejar de contar su gozo. Llegó hace 5 días, “la ciudad es increíble”.

– ¿Y cómo terminó haciendo este tour?

Me recomendaron amigos míos que habían estado en Buenos Aires. Y tenían razón: de otro modo no hubiera llegado a ver esto. Es una ciudad viva, ¿no?


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PUM-PUM. Una de las artistas que pintan en las calles de la ciudad

febrero 19, 2012

La artista que vive de sus pinturas

 Por Horacio Verbitsky

Artstreet
Imagen: Sandra Cartasso.

19–02–2012 / “A veces todavía me preguntan: ‘¿Vos cobrás por esto?’. Sí, sí, a mucha gente le asombra. Es como si no estuviera del todo aceptado el rubro”, cuenta Pum-Pum, una de las muralistas más reconocidas de Buenos Aires y responsable de algunas de las paredes más adorablemente pop de la ciudad.

Suyas son las muñequitas de melenas rubias infinitas y mirada malvada que, como en la foto que acompaña estas líneas, acechan desde rincones imprevistos de distintos barrios.

Suyos, también, los pajaritos de patas largas como zancos, los gatitos que reinan con tanta desfachatez que hasta tienen corona.

Suyo es también un nombre de pila que este diario no revelará porque a Pum-Pum hasta su madre prefiere llamarla por su apodo artístico. “Me llama y me dice ‘hola Pum-Pum’, podés creer.”

Hubo un tiempo en que Pum-Pum, que ya había pintado paredes en las noches, en los ratos libres, decidió dejar su trabajo de diseñadora gráfica para dedicarse de lleno a sus murales.

“Tenía el concepto de que el diseño era laburo y la ilustración placer”, pero ella y otros artistas que se conocían “del fotolog, después del flickr”, de a poco empezaron a creer que eso que disfrutaban tanto sí podía ser una actividad laboral exclusiva.

En 2006 pegó el volantazo. La apuesta mal no salió: en Argentina, Pum-Pum fue la responsable de una línea de remeras y accesorios de una firma mainstream de indumentaria, en México diseñó toda la imagen de producto para una línea de desodorantes de una multinacional, en la ciudad la convocan particulares para que realice obra. Lleva, también, varias muestras en la galería especializada en street art Hollywood in Cambodia.

– Algunos artistas de street art no quieren reconocer que trabajan en relación con el mercado.

En el mundo del diseño gráfico a veces se considera como que te vendés. Pero no hay mucho que pensar. Para mí fue sencillo: ¿Puedo hacer lo que más me gusta y que me paguen por eso sin modificarlo ni vender el alma? Listo. La ecuación funciona. En otros lados ya no se cuestiona tanto, se lo entiende como trabajo. Acá persiste esa cosa romántica de que debería ser un hobbie.

– ¿Se puede vivir tranquilamente de esto?

Con tranquilidad total todavía no. Pero casi. Pero el graffiti está todavía en crecimiento. Cuando pase la moda y volvamos a ser menos, o casi los de siempre, los que pintamos, se va a ir asentando.

Faltan eventos, una movida propia entre artistas, generada por artistas. En el resto del mundo hay.


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PBA. Verbistky vs Casal y cia. La historia continúa…

febrero 19, 2012

Pasado y presente

 Por Horacio Verbitsky

19–02–2012 / El pase a retiro del comisario Mario Briceño y el próximo relevo del subsecretario de Derechos Humanos, Fernando Cano, y de su abuela desalmada, reflejan el creciente aislamiento del ministro de Justicia y Seguridad bonaerense, alcaide mayor penitenciario Ricardo Casal.

Casal intentó presentar como parte de un movimiento de rutina el despido de Briceño, quien encubrió el asesinato de dos trabajadores informales en el barrio La Cárcova y es sospechado como parte de las connivencias narcopoliciales en el asesinato de Candela Rodríguez.

El gobernador Daniel Scioli le había ofrecido la Secretaría de Derechos Humanos a Eddie Binstock, del Movimiento Evita, pero Casal lo vetó, porque en su anterior desempeño recogió las denuncias que se formulan en los barrios contra los abusos policiales.

Si no bastaron la desaparición de 190.000 inexplicables pesos de la caja fuerte y el estrépito de la notebook robada y devuelta de madrugada, en un café, con presencia de oficiales de la policía, la paliza que un grupo de fornidos patovicas le propinó a los empleados de la Secretaría al grito de “dónde están los zurdos” decidió a Scioli.

Desde que la Legislatura creó la Comisión Provincial por la Memoria y Felipe Solá la Secretaría de Derechos Humanos, ha habido tensión por sus roles.

La Comisión nunca aceptó ocuparse sólo de los juicios y las reparaciones por las violaciones del pasado y eso la llevó a erigirse en una fuerza respetada, cuyos informes anuales sobre cárceles y comisarías son temidos por el gobierno.

La Secretaría osciló según quien fuera su titular, hasta hozar en el lodo de la última escandalosa gestión.

Sus trabajadores, entre quienes se produjeron renuncias masivas, denunciaron que Sara Derotier de Cobacho no cumplió con la promoción y reafirmación de los derechos humanos “en la sociedad y en los poderes públicos”, que le encarga la ley 13.757.

En documentos públicos señalaron la “suspensión de las visitas a unidades penitenciarias y comisarías para relevar las condiciones de detención de las personas alojadas en ellas” y a los “servicios locales de protección y promoción de los derechos del niño”; el estancamiento de las acciones en beneficio de pacientes con VIH, adultos mayores, migrantes, indígenas y personas trans.

Por ilustre que sea el apellido de quien asuma, esta tensión entre pasado y presente seguirá siendo la clave.

Con su inagotable repertorio de golpes de efecto, Casal designó a una jovencísima abogada como nueva directora del Servicio Penitenciario, en una apuesta sutil a la autonomía de sus camaradas.

En el mismo acto, inauguró con Scioli una nueva alcaidía para cerrar todos los calabozos en comisarías de La Plata, Berisso y Ensenada, reclamo que la Corte Suprema de Justicia formuló hace ya 7 años.

Pero el número total de personas privadas de la libertad no se modificó y el trasvasamiento desde las comisarías a las unidades del SPB, sin un incremento equivalente de cupos, sólo aviva las llamas del infierno carcelario.


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